En medio de la aridez del norte chileno, cuando las lluvias se hacen presentes y la tierra se tiñe de verde, surge una de las flores más emblemáticas y sorprendentes del Desierto Florido: la Garra de León (Bomarea ovallei), una especie endémica de la Región de Atacama, que cautiva con sus intensos tonos rojos o amarillos y su forma inconfundible.
Esta planta, que crece entre rocas y laderas costeras, debe su nombre a la particular disposición de sus pétalos, que asemejan las garras de un felino. Su aparición marca uno de los momentos más esperados por fotógrafos, científicos y amantes de la naturaleza, ya que no florece todos los años, sino solo cuando las precipitaciones son suficientes para activar su ciclo vital.
Un símbolo de resistencia
La Garra de León ha desarrollado adaptaciones únicas para sobrevivir en uno de los ecosistemas más secos del planeta. Sus raíces tuberosas le permiten almacenar agua y nutrientes, garantizando su supervivencia durante largos periodos de sequía. Este mecanismo la convierte en un verdadero ejemplo de resistencia natural.
Especie en riesgo y cuidados necesarios
Al ser endémica, su distribución es muy limitada y se encuentra amenazada por la intervención humana. La recolección de flores, el tránsito de vehículos fuera de ruta y la expansión urbana han reducido algunos de sus hábitats naturales.
Por esta razón, su recolección está prohibida y las autoridades insisten en no tocarla ni dañarla, fomentando la observación y fotografía responsable.
Dónde encontrarla
Desde Totoral, borde Costero de Huasco, Carrizal Bajo, Canto del Agua y Parque Llanos de Challe, Región de Atacama, donde esta especie crece en ambientes rocosos, muchas veces cerca de acantilados con vista al océano.
Dato curioso
La Garra de León no solo destaca por su belleza: también es una aliada para la polinización, ya que atrae a picaflores y otros polinizadores gracias a su intenso color y néctar abundante, contribuyendo así al equilibrio del ecosistema.
El llamado es claro: admirar, fotografiar y compartir su belleza, pero siempre respetando su entorno para que siga floreciendo en el Desierto de Atacama por muchas generaciones más.






